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No camines delante de mi, puede que no te siga. No camines detrás de mi, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo. (Albert Camus, 1913-1960)
miércoles, 8 de abril de 2015
Homenaje
En fin, no pensaba volver por estos foros porque, ahora más que nunca, este blog parece un desierto esquilmado y totalmente diezmado por el cambio climático que parece asolar a los pocos escritores de Torreblacos. Y he vuelto a escribir porque hay cosas que merecen la pena ser contadas, que deben ser contadas para que no se pierdan en el olvido, que es el peor de los suplicios a los que se puede someter a un recuerdo.El pasado lunes estuve de nuevo en Torreblacos, y fue para asistir a un funeral. Así a primera vista puede parecer un motivo poco gratificante, pero en este caso fue especialmente emotivo. Cuando alguien se va siempre es una tragedia, pero cuando alguien decide despedirse después de soportarnos más de un siglo de vida entran en juego otra serie de valores y hay que echar mano de otros argumentos más juiciosos que el simple deseo eclesial de dejar la tierra de sufrimiento para ascender a los cielos de la eterna felicidad.Hay algo más, muchas cosas más.Durante esos más de 100 años de vida, la señora Iluminada ha dejado muchas luces encendidas y ahora a su familia, amigos y conocidos les toca el difícil trabajo de luchar para que no se apaguen.Y seguro que ha dejado, ha tenido mucho tiempo para ello, baúles llenos de recuerdos que hay que cuidar para que no se pierdan, porque en cada uno de ellos estará esa mano que un día sostuvo a sus hijos y que después acariciaba a sus nietos.Argumentos más que suficientes para adornarlos con el cariño, el amor y la memoria, que son de las pocas cosas que podemos ofrecer a los que han dicho hasta luego. En cada uno de esos detalles, cada vez que se ejerza la memoria, se le estará haciendo un homenaje a la señora Iluminada. Hay una frase que yo repito muchas veces, que dice que los que mueren nunca se van si permanecen en el recuerdo de los que se quedan. Y el lunes me encontré con esas personas que se van a encargar de recordarla, se notaba en su cara, en sus movimientos dolientes , y en ese rictus de ansiedad que nos invade a todos cuando tenemos que despedirnos, Fue un día de luz, de sol resplandeciente, de cielo azul y limpio para que se vieran todas las señales que conducen hacia el cielo.Pero eso hubiera dado lo mismo.Podía haber sido un día gris, sembrado de aguaceros y con el cielo negro cerrado.Ella hubiera llegado igual. Es la ventaja de ser Iluminada,.
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Buenos días, conocía a Iluminada muy poco eso si, solo de verla dar paseos con su hijo cerca del rio en verano, suficiente como para sentir como esa persona daba sosiego y transmitía paz interior, quizás sus muchos años, quizás que era una gran lectora, quizás porque era así...
ResponderEliminarAlejandro siga escribiendo, hay gente que lee sus textos, aunque no diga nada.
JC.
Amigo Alejandro.
ResponderEliminarSin apenas tener consciencia de ello, se me han ido pasando los días, desde que me propuse contestar a lo publicado en tu blog, con motivo del fallecimiento de Iluminada, mi Madre.
No pretendo justificar mi retraso, diciéndote que lo he intentado en repetidas ocasiones, aunque es cierto, según el dicho popular que más vale tarde que nunca pero no soy hombre de exteriorizar mis sentimientos, me gusta más escuchar que hablar. No me hubiera imaginado nunca ser protagonista de un escrito en tu blog que sigo asiduamente, aunque sí de saber que es bien nacido, quien es agradecido y por medio de estas breves líneas quiero agradecerte a ti en primer lugar por manifestar públicamente las virtudes de mi Madre, agradecerte, valga la redundancia tu asistencia y compañía en tan delicados momentos para nosotros, delicados insisto y muy dolorosos pese a que con sus 1O2 años la creencia popular, aunque bajo mi punto de vista equivocada es que una persona ya está de más en este mundo, sin embargo te diré y esta vez por experiencia propia, que una Madre no condiciona al dejarnos para siempre el dolor para sus hijos por la edad que ella tenga. Sus hijos la veíamos, queríamos y sentíamos como si aun nos tuviese entre sus brazos en aquellos años tan añorados de nuestra niñez.
Quiero igualmente agradecer a cuantos se han interesado siempre por su salud, quienes la recuerdan con cariño y nos acompañaron en su fallecimiento, decirles que por no poder hacerlo individualmente a cada uno, se vean reflejados en la gratitud que les dispensamos los hijos y nietos de Iluminada, pues aunque estas palabras, me toca a mi redactarlas, me siento legitimado para erigirme en portador de la familia.
Sé que mi Madre, desde el Cielo, no puede haber otro lugar para ella, se siente feliz y será intercesora para que los que quedamos, intentemos y ojalá consigamos acumular tanta riqueza espiritual como ella que es la que se necesita en el lugar donde disfruta de su nueva vida.
Recibe un fuerte abrazo. Damián.
Damián, encantado de saludarte.En primer lugar agradezco tus agradecimientos, aunque inmerecidos. Y en segundo lugar decirte que te conozco ya más por las palabras de mi hermano Luis que por mis propios recuerdos y es muy probable que si te veo no te reconozca.
EliminarEn cuanto a tus palabras, me atrevo a decirte que está bien eso de ser más de escuchar que de hablar, pero leyendo esta carta creo que a lo de escuchar podías añadir lo de escribir por que, lo digo de corazón, lo haces muy bien.
Entiendo perfectamente tus sentimientos porque son igual que los que yo tuve hace ya unos años. Y me atrevo a decir que nadie tiene edad para morirse, y menos una madre.Da igual la edad que tenga, sus hijos siempre la vemos joven , fuerte y protectora.Por lo tanto cuando se va siempre nos pilla desprevenidos y por eso el dolor es inmenso, no importa que tenga setenta, noventa o más de cien. Si alguien debería vivir siempre son las madres porque siempre tienen todo el amor del mundo para ofrecer a su hijos y a su familia y no importa los años o los siglos que estén con nosotros. Y el dolor de los hijos que de verdad quieren a sus madres no encuentra consuelo en esos tópicos tan terrenales como la edad.Pero como dices, ella siempre tendrá el consuelo de saber que desde su nueva casa también os puede vigilar, aunque no esté a vuestro lado.
Un saludo