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No camines delante de mi, puede que no te siga. No camines detrás de mi, puede que no te guíe. Camina junto a mí y sé mi amigo. (Albert Camus, 1913-1960)
miércoles, 18 de septiembre de 2013
Amor a los animales en Blacos
En Blacos hace unos días uan familia a la que se le acababan las vacaciones dejó siete patitos en el río Milanos.Despertaron una gran espectación y todos bajaban hasta el puente para ver la evolución de estos animales.Con el paso de los días comprobaron con enorme tristeza que los patitos iban desapareciendo sin encontrar los motivos de esa pérdida.
Es entrañable y enternecedora la historia de los patitos, por lo menos el gesto de colocarlos en un medio tan inhóspito como el río Milanos. Y es que el amor a los animales siempre provoca reacciones positivas, incluso entre los que nos movemos lejos de esos sentimientos. Los patos se merecían tan buen futuro como pretendían los que los pusieron allí. Pero por lo que veo el río se convirtió en un hogar hostil en el que hay que luchar por la supervivencia , y me da a mí que los patos no están preparados para asomarse a la trinchera. De todas formas es envidiable, como también es envidiable el amor que muestran a los animales algunos de mis amigos, entre ellos dos de Blacos. Sus perros se tienen que sentir orgullosos de su familia. De ese padre amantísimo que lo pasea en cualquier vehículo a tracción o a pedal. Le habla con cariño, sus insultos son siempre como amigo y nunca con desprecio. Cuando lo llama marica, lo que quiere decirle en realidad es "no puedo vivir sin ti, me hunde la soledad cuando te alejas y quiero que estés siempre a mi lado”. O ese otro que no se olvida ni un sólo día de prepararle con esmero la cena y la comida y ha conseguido concienciarnos a todos que cuando nosotros acabamos la cena los huesos deben ir a una bolsa para convertirlos en un delicatessen para su can. Yo pensaba que no se podía querer más a un perro que lo que los quieren estos dos amigos. Pero acabo de cambiar de opinión. Y he cambiado nada más conocer que la reina de Inglaterra les da de comer a sus perros un menú a base de solomillo o pollo asado, cocinados por un chef del palacio. Y dice su majestad que los tiene tan bien educados que nunca empiezan a comer hasta que ella les echa una salsa especial con su propia mano. Esa mano que siempre esconde debajo de un guante cuando se la tienen que besar sus súbditos: No soporta el contacto humano. Quizás por eso se atreve a decir que ella quiere más a los perros, después a los caballos, luego a los hombres y por último a las mujeres. Yo me quedo sólo con las mujeres en primer y único lugar, aunque casos como este te hacen dudar de ello. Además la queen inglesa después de hacer labores de costura al lado de sus perritos, pasa un imán gigante por la habitación para evitar que sus perros puedan tragarse una aguja y morir. Y todo esto después de que su marido diga que él personalmente detesta a los perros. Lo que viene a significar que no pinta nada y que seguro que ese odio lo ejerce con los perros porque no puede decir públicamente que lo sienta por su mujer. Y no penséis que esto es un invento, porque lo ha escrito en un libro que se acaba de publicar un biógrafo oficial de la corona británica. No me imagino yo a mis dos amigos buscando en sus cocheras con un imán cualquier cosa que pueda lastimar a sus perros. Aunque claro seguro que son más listos que los de la reina y saben que no es nada bueno tragarse agujas, hierros o virutas de soldadura. Pero que sepáis que vuestro amor por los perros es de andar por casa, nada especial y más bien justito. Debéis esmerar vuestras atenciones, aunque tampoco es necesario que desde ahora os dediquéis a darles solomillos. Claro que en Blacos, los perros seguirán ocupando su lugar habitual, mientras que en Inglaterra no me extrañaría que algún día aparezcan en el trono, al lado de la reina. Lo que no creo que haga nadie es besar la patita del perro en las recepciones oficiales. Algo que nunca podrán comprobar los patos del Milanos. Bueno, estoy pensando que quizás mi primo podría investigar un poco las causas de su paulatina desaparición. El Baraka seguro que descubre que los han robado los de Scontland Yard ( la policía inglesa), para hacer paté para los perros reales. Seguro que ha sido algo así.
viernes, 6 de septiembre de 2013
No dejes que se CIERRE la puerta
Todos conocemos en nuestros pueblos, Blacos Y Torreblacos, alguno de esos paisajes paradisiacos, remanso de paz y sosiego, y privilegiados por una naturaleza generosa y espléndida. Si hacemos un poco de memoria seguro que en este mismo momento nos viene a la cabeza más de uno: la hoz, la ribera de los prados, el molino, el batán , el chorrón... y así hasta que queramos. Son lugares escogidos, imprescindibles para el ecosistema, pero al mismo tiempos escasamente visitados y totalmente accesorios para la mayoría de los habitantes de las dos localidades. Sin embargo hay otros lugares menos románticos, más mundanos, que nacen de la casualidad y en muchos casos de la improvisación. Con el tiempo se acaban convirtiendo en imprescindibles para los humanos aunque innecesarios e incluso nocivos para el equilibrio natural. Son lugares que a primera vista se resumen en cuatro paredes y un techo lleno de reverberaciones que convierte cualquier conversación en un murmullo insoportable. Y en estos tiempos en los que el egoísmo campa a sus anchas, nos encontramos con una fortaleza amurallada de hospitalidad. Es tan sorprendente e inaudito que enseguida se corre la voz y despierta la curiosidad. Una mano guiada por el cariño y el lápiz cubre poco a poco las paredes de arte-humanidad, el murmullo acaba convirtiéndose en una caricia de susurros y desde el primer día te peleas con la naturaleza para convencerla de que hay sitios de escaso privilegio pero de suma necesidad. En como un oasis en el desierto de la ingratitud y la soberbia. Y entonces los sedientos de cortesía y educación se acercan a beber ansiosos de su manantial después de una larga travesía por terrenos inhóspitos, arenas abrasadoras y reptiles continuamente al acecho. Es como descubrir un tesoro en un palacio en ruinas y abandonado por la desidia de sus dueños. Y además ese espacio adornado por la pintura de la sencillez acaba creando adicción. Y todos sabemos que cuando eres adicto a algo te conviertes en un eterno dependiente de esa necesidad. Hace tiempo que muchos de nosotros buscamos en ese paraíso la metadona necesaria para aguantar los períodos de abstinencia. Y todo eso lo hemos encontrado en el mismo sitio, nos lo ofrecen de corazón y nos dejan disfrutarlo a nuestras anchas, sin obstáculo ni cortapisas, sin horarios ni urgencias, con tranquilidad y armonía ...
Y de repente se acabó. Una oscuridad cegadora inunda nuestros ojos y la inquietud mantiene en vilo nuestra mente. No es justo, no es justo quitarle a un niño un caramelo porque no se ha peinado por la mañana. No es justo empujar a nadie hasta el borde de la felicidad y después echarle vinagre en los ojos. Es tremendamente injusto tapar el sol para que todos nos helemos de frío, sobre todo en verano. Es de una inconsciencia supina ir siempre en dirección contraria y pensar que son los que vienen de frente los que se han cambiado de carril.
No debería estar permitido que la envidia se convierta en razón de ser, alguien debería denunciar alto y claro el que el rencor sea el arma de los mezquinos, y sobre todo alguien que ha disfrutado de esos rayos de sol sin que nadie le hiciera sombra, debería enarbolar la bandera de la verdad y decir a los cuatro vientos, y a todos los que tengan oídos, que el sol es de todos, que demasiado larga es la soledad del invierno como para tener que buscar la estufa en agosto. Si no se hace, si no lo hacemos, volveremos a vivir una nueva era glaciar y tendremos que buscar el calor de las velas para sobrevivir cuando todos gozaríamos de mejor salud si pudiéramos seguir acercándonos al sol , como cada verano.
Si es verdad que es de sabios rectificar, yo añado que es de humanos retroceder, abandonar el egoísmo recalcitrante y pensar que no somos el centro de la tierra, que con nuestra actitud lo único que hacemos es convertirnos en una china en el zapato de cada uno que quiere acercarse a ese pequeño rincón hasta hace cuatro días desconocido y olvidado, y que ahora se ha convertido en un pequeño hogar. Un hogar de esos en los que viven las familias que se respetan y no se envilecen por ambición. Un hogar en definitiva donde cabe todo el que quiera entrar, por lo menos debería caber el respeto de todos , tantos los que traspasan la puerta como los que no. Ahí es donde está el respeto, lo demás es innecesario para el ecosistema, para el supraistema, y para cualquier sistema civilizado. El primer paso puede ser poner el pie en la puerta para que no se pueda cerrar.
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