
En el molino, me fascinaba ver en funcionamiento la Dinamo con aquella grandiosa correa de cuero que tomaba la fuerza de la turbina hidráulica y movía una dinamo de corriente continua de 110V, suficiente para suministrar el fluido eléctrico a las más o menos para las 40 casa abiertas (algunas solo como cochineras o similares), iglesia, ermita y farolas, los postes de enebro (ahora les da por llamarle sabina) con sus delgados hilos descubiertos, a veces ver al molinero haciendo funciones de electricista cambiando algún elemento subido a los postes.
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